Más de una vez, hemos visto/utilizado frases cursis para describir un auto: De cero a cien emociones, Adrenalina, velocidad, nostalgia, blah, blah, blah...Lo malo es que no se nos quitará, lo bueno es que hay ciertos coches que en verdad se las merecen, por que literalmente, enamoran. Eso me pasó apenas hace 24 horas, mi corazón -cursi o no, es cierto- se quedó al volante del 599 Fiorano.
Desde que lo ví por primera vez en 2007, se volvió instantáneamente mi Ferrari favorito de la actualidad, es asombroso. De cabo a rabo, las líneas no dejan de sorprender, las tomas de aire funcionales perfectamente colocadas, los rines tipo "Challenge" que si bien llevan años produciéndose no se ven viejos, los alerones -si es que así se pueden describir- lat
de arte color rojo, y que deseaba manejar desde la primera vez
que la ví.
Entonces, después de un par de años, me llegó la hora. Eran las 4:30 am, y en una gasolinería de Calzada de Tlalpan, por fin me tocó presionar el botón rojo que despierta los 612 caballos que duermen en dos bancadas de seis cilindros. Fue una emoción instantánea, y acto seguido ya estaba buscando mi posición ideal de manejo, que fue muy fácil de encontrar.
Lo primero que noté es que a pesar de ser un GT extremo, gracias al manettino, la suspensión se ajusta adecuadamente al manejo citadino, yo pensé que sería mucho más duro, y en verdad, se siente como un Mercedes SL. Le falta un botón como los de los Lamborghini que suba la punta un poco, ya que la fascia delantera, con su splitter y longitud frontal hacen de pasar un tope una odisea que tarda 30 segundos más de lo necesario. Lo bueno fue que a esa hora ni los más madrugadores han salido de sus casas y que traía un excelente equipo atrás de mi para detener a los demás vehículos que venían tratando de alcanzar al Fiorano para poder tomar algunas fotos con sus teléfonos móviles.
Antes de las 5 am, como se tenía planeado ya estábamos fuera de la ciudad, listos para comenzar un día lleno de sorpresas, de las buenas. De ahí en adelante sólo quedó aguantar
...Salió el "güero", subió y se despejó el día. Listos todos después de un cafecito de olla pa'l frío y unos antojitos mañaneros. Arrancan. Digamos que no fue una salida de Le Mans, pero ya en la carretera -en muy buen estado- pude descubrir todos los atributos que tanto dinero pueden comprar. Aceleración sólida, más no brutal, curveo neutral, sin sobresaltos, frenado sorprendente, vaya que en Brembo saben lo que hacen, y en Ferrari, pues también. El 599 se siente ligero, ágil y muy, pero muy amigable con el conductor. La interfase humano-máquina es de las mejores, ya que el auto permite exigirle y sin emociones de infarto, obedece, mientras el conductor -yo- tiene control absoluto en todo momento. Los primeros 200 kilómetros por hora se iban en rectas tan cortas que parecía imposible, pero el Fiorano lo hizo, y luego frenó, y luego, todavía pude entrar a la curva con el trazado correcto. Maravilloso.
Y así en un vaivén de caminos semi-rurales, pasaron horas en las que yo me divertí más que todas las veces que he ido a Disneylandia juntas, en las que el CD Gold de Rush pasó a un segundo plano con el concierto a 12 voces que tenía a mis espaldas (por el escape, claro, el motor está allá adelante).
Y todavía faltaba el regreso, y elegimos la ruta larga, pero divertida. La carretera se convirtió en pueblo, luego en autopista y después en una de las mejor ciudadas del país. ¡Qué bárbaro! El tiempo que tardé en recorrerla fue ridículo, y nunca sentí que corría ningún riesgo, es más, creo que nunca lo llevé al límite y aún así, sobrepasé todos los límites de velocidad...por mucho.
Ayuda que todos los conductores abren paso -yo también lo haría-, algunos saludan, otros levantan el pulgar y los más envidiosos el dedo medio, y los entiendo. El demonio rojo que se aproxima y desaparece en el horizonte es digno de admirar de todos ángulos. Aun
Y se terminó, ahora la velocidad promedio es de 15 kilómetros por hora, no importa, sigo con una sonrisa de oreja a oreja y sólo me quedan dos dudas. Quiero saber como se sienten los 612 hp a nivel del mar y quiero dar una vuelta en un circuito con el manettino en CST off. Cruzo los dedos por que se cumpla algún día.
Esta es mi historia de un día que no voy a olvidar, ni cuando me toque probar el siguiente Ferrari, no importa cuando, no importa donde.