Otra cosa curiosa que tiene mi mujer es que los zapatos con tacón no le gustan, los prefiere con la suela lo más plana posible. Esta vez no se por qué decidió que un poco de tacón estaba bien, me imagino por que quería zapatos algo formales, para bodas y cosas así.
Al final encontramos dos pares que se le veían muy bien y a pesar de la poca comodidad que unos zapatos de tacón pueden dar le gustaron bastante. Hay un par específico que parece busca pretextos para ponérselos, sin importar el dolor en los talones al final del día o los dedos aplastados.
Creo que así son la mayoría de las mujeres, no les importa la poca o nula practicidad que les pueden dar unos zapatos de tacón de aguja mientras que se les vean bien y les ayuda a mejorar su apariencia.
La verdad también así somos los hombres. No nos importa que tan poco práctico pueda ser un coche, si nos gusta buscaremos cualquier pretexto para usarlo. Justo en esa categoría de impractico pero adictivo entra el Pontiac Solstice GXP.
Lo primero que quieren saber de este coche es que el chasis fue desarrollado en conjunto con Lotus, y vaya que se nota. Es un chasis muy bien balanceado que nos da un comportamiento bastante neutral y con mucho agarre, pero empecemos con lo… incómodo.
El interior no nos deja ni por un segundo olvidar que es un Pontiac. Los plásticos son buenos pero

Se nota que el Solstice es un roadster en toda la extensión de la palabra y fue concebido como tal por que con el techo puesto no se ve nada para casi ningún lado. Incluso cambiar de carril o estacionarse se convierten en maniobras algo complicadas.
El peor problema que tiene este coche es su total y absoluta falta de versatilidad. El espacio de la cajuela está casi completamente ocupado por el tanque de gasolina y no hay ni medio centímetro de espacio detrás de los asientos para guardar nada. El espacio es tan reducido que la consola central no tiene ningún lugar para poner objetos. Sólo tiene un porta vasos retráctil donde se puede poner algo pero si se usa ya no caben las piernas del ocupante, traducción: vieja o iPod.
Cuando se descapota el auto el problema de la poca visibilidad se soluciona, pero el espacio de la cajuela se va a la goma ya que lo poco que queda es ocupado por el techo de lona que se dobla en dos piezas. En serio no cabe nada más… nada, tal vez un rollo de papel de baño que terminará aplastado. Ahora que lo pienso se puede guardar el iPod, pero ese ya lo pusimos en el pequeño compartimiento que hay entre los asientos que es el único lugar donde guardar algo.

Si llueve es un martirio por que hay que orillarse y hacer todo el show mientras te mojas. Si venías acompañado por una muchachota, para cuando solucionaste lo de la capota ella ya se fue con alguien que pasó en un Bocho por que seguramente tenía cosas más interesantes que contarle que el pésimo sistema convertible del Solstice, el cual estabas explicándole para que no pensara que el idiota eras tú, sino que el auto está mal diseñado.
Incluso el Mazda MX-5 que es más chiquito no sufre de todos estos problemas ya que tiene una cajuela decente donde hasta te caben las compras del supermercado. La versión con techo duro retráctil cuesta tantito menos que el GXP y en la versión con capota manual, que sí cuesta un cacho menos, te toma 5 segundos quitarla o ponerla sin levantarte del asiento del conductor, una genialidad de la ingeniería automotriz que no le da tiempo al wey del Bocho de bajarte a la vieja.
Pasando a la estética a mí me parece interesante. Se que parece una telera, pero sus curvas se me hacen atractivas y definitivamente tiene un estilo deportivo innegable. Es muy difícil no voltear a ver uno en la calle.
Se que todo pinta mal hasta ahora, pero hay que entender este coche por lo que es: un roadster deportivo de la más pura cepa. Cofre enorme, cajuela corta, motor delantero, tracción trasera y las nalgas a 5 centímetros del piso. La fórmula perfecta para horas y horas de diversión.
El motor es un Ecotec cuatro cilindros de 2.0

La entrega de potencia no es violenta pero sí contundente. Se mantiene desde las 2500 hasta las 6000 rpm empujando parejo, sensación que se mantiene incluso hasta rebasar los 200 km/h (no muy recomendable con el techo abajo).
Con el control de tracción puesto se siente que subvira un poco pero cuando lo desconectamos por completo, el GXP se convierte en un auto sumamente divertido el cual tiene mucho agarre. Cuando dicho agarre se termina la parte trasera se insinúa un poco pero se controla de manera fácil con el acelerador y el volante. La suspensión tiene una excelente puesta a punto con la suficiente firmeza para un manejo realmente agresivo en pista pero a pesar de eso absorbe increíblemente bien las irregularidades del pavimento.
El Solstice GXP es un excelente segundo o tercer auto. Todas sus inconveniencias lo hacen un auto que no se puede utilizar todos los días, pero hay pocas cosas tan divertidas para salir a dar la vuelta el fin de semana en un día soleado.
Es muy importante que si deciden adquirir uno se aseguren que sea el GXP. El Solstice normal de 170 caballos te hace preguntarte cómo le hicieron los gringos para hacer que un Lotus se sintiera gordo y lento.
¿Por qué un Solstice GXP y no un Mazda MX-5? Sobre todo si tomamos lo increíblemente impráctico que es el GXP y lo poco que lo usarás por eso.
Muy fácil, es igual que esos zapatos de tacón que sólo se ponen en las bodas, son incómodos pero les gustan, las hacen ver bien y hasta las divierten, esto es exactamente lo mismo.
Para quién no tenga mujer y no le haya agarrado a eso de los zapatos tengo otro motivo: ¡Doscientos sesenta caballos turbo con doscientas sesenta libras en mil trescientos cincuenta kilos! ¿Necesito decir más?