One size fits all


Los "pequeños placeres de la vida" y los "placeres culposos" son dos conceptos muy trillados, sin embargo, son bastante ciertos, existen, todos los hemos vivido, disfrutado, escondido, descubierto, compartido y aceptado.
Más frases trilladas que más adelante en este texto harán sentido son: "El tamaño no (¿Sí?) importa", "Todo cabe en un jarrito...", "Lo más fino viene en cantidades pequeñas" y demás.
En los autos, a veces se aplican los conceptos universales, pero también hay muchas ocasiones, en las que no. Como en toda familia, cuando un integrante es doctor, siempre todos tienen algún síntoma que le tienen que explicar con detalles -por más grotesco que pueda llegar a ser- al pobre individuo que estudió al menos una década para recomendarle un ungüento a su tía abuela. A mí me pasa igual, la ventaja es que no tuve ni que abrir -ni oler- cadáveres, ni mantenerme días contínuos despierto para tener que resolver dudas automotrices a toda la gente que me rodea. Y no es una queja -bueno, sí-, la mayoría de las veces lo hago con gusto, pero igual que la urticaria o las hemorroides, a veces, no tengo nada bueno que decir al respecto.
Pero a veces sí. Y sobre todo, cuando un buen auto, es complementado por un precio razonable, por una practicidad enorme, por un diseño aventurado y por detalles como seguridad, equipamiento y confort, que muchos de los que hacen esas cosas que se llaman coches, pareciera que no terminan de descifrar en ocasiones.
Más allá de la movilidad, existen los caprichos, los autos de estatus, los que apantallan, los colores para pitos-chicos, y miles de juguetes, o caballos de fuerza para presumir. Hoy, me quedo con lo más simple y económico -en todos los sentidos- y me declaro fan del Honda Fit.
En cifras no sorprende a nadie, motor 1.5 litros, caja manual de "apenas" cinco velocidades, tracción delantera. Sin más adornos, sin más tecnología, sin aspiraciones reales, es simplemente un vehículo cumplidor, rendidor, duradero y sorprendentemente divertido.
Recientemente, hice un viaje en uno de estos pequeños autos. Y bastaron 15 minutos del recorrido para darme cuenta de lo que es capaz y tomando en cuenta que el Fit que manejé por tres horas seguidas en diferentes circunstancias es de la generación anterior, de hoy en adelante lo recomendaré más que la Vitacilina.
Por que cuando probé el 2010 hace ya varios meses, también quedé sorprendido que en una cajita con ruedas, pudiera manejarse como si de un deportivo se tratara.
Y poca gente lo entiende, y todavía menos, lo admiran como yo lo admiro. Claro que todos soñamos con subirnos a un 911 todas las mañanas para ir a trabajar, pero siendo realistas, son muy pocos los que lo consiguen. Claro que entre una Range Rover y un 530 el Fit es diminuto, pero si supieran aquellos dos vecinos de semáforo lo que realmente ofrece este auto, sus engreídas miradas se opacarían.
A lo largo del recorrido por la autopista, encontré cientos de autos averiados, que fallaron en un momento poco agradable, a la mitad de las vacaciones. Pero Honda, como todos lo saben, casi nunca falla, y lo bueno, es que no hay que tener un Accord V6 para tener el mejor auto de la marca, basta con un Fit para ser parte del selecto club de confiabilidad atemporal.
Sin duda, el mejor subcompacto tiene tres letras fáciles de recordar: F-I-T.
El que todavía lo dude, que maneje un G3 (si es que todavía queda alguno en México), o un Gol (que también es muy bueno, pero no tanto), o un Ibiza (que sin duda es el favorito de muchos, pero por precio y confiabilidad, no tiene comparación), o un Yaris (que debe ser el auto más aburrido del mundo), o un Sandero (sin comentarios) y entonces podrán notar que el Fit es superior, sorprendente, adorable y divertido en todas sus minúsculas presentaciones. Recuerden que este argumento proviene de alguien que ha manejado los mejores y los peores autos que circulan en este país.

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